Asociación

En el año 2000 se decide la creación de la asociación, en una de las primeras reuniones se elige el nombre de la misma en honor al Vasquito AMESGARAY, hijo de la Ciudad de General Pico, caído en el hundimiento del Crucero General Belgrano en la GESTA DE MALVINAS.
También por la necesidad de gestionar ante los organismos públicos como institución, la solución a problemas tales como salud, trabajo, vivienda, pensiones honoríficas de los padres de caídos y de los propios integrantes, y como fin común, la unión fraterna de los Veteranos de General Pico y zona de influencia.


Algunas de las actividades realizadas desde su creación fueron las Jornadas solidarias para juntar fondos para instituciones como Hogar de madres solteras, Escuela de atletismo Barrio Don Bosco, Escuelas Hogar ( útiles, ropa, artículos deportivos, etc.), Certámenes de soberanía, Charlas debate sobre Malvinas y Soberanía, tener presencia como institución en escuelas, celebración del día del niño, y ser parte de cualquier jornada o actividad solidaria para la cual sea requerida la institución, que en cierta forma es devolverle a General Pico algo del reconocimiento hacia el Veterano de Guerra de Malvinas, como así también llevar desde la institución, el mensaje de paz que hace falta a toda discusión para llegar a buen fin, aseverando que las guerras traen sufrimiento a las familias que las padecen.








Alberto Amesgaray “Héroe de la patria”, sus padres “Héroes de la vida”


Alberto Edgardo Amesgaray es un Héroe de la Gesta de Malvinas, su nombre representa a la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas de nuestra ciudad, sus padres han cargado con el dolor de su pérdida durante estos treinta últimos años, ellos son sin lugar a dudas Héroes también… de la vida. La guerra terminó, y la tristeza seguirá mientras mientras respiren, pero siguen siendo ejemplo de vida, de honradez y de respeto.

Hoy 2 de abril se cumplen 30 años del inicio de la guerra de Malvinas, será día de recuerdos, de gritar el Himno Nacional, de vivar los nombres de los que no volvieron, de los discursos, pero también es un día de sumo dolor para aquellos que perdieron sus seres queridos, irremplazables,

Hoy como un homenaje a ellos rescatamos las palabras del "Vasco" Edgardo Amesgaray y su esposa Ermelinda, padres de Alberto Edgardo Amesgaray, un Héroe de guerra nacido en esta ciudad y cuyo nombre representa a los Veteranos de Guerra de Malvinas de General Pico. No fuimos a buscar el detalle, fuimos a escucharlos y esto es lo que nos contaron:

“…Soy de América, vine a los 26 años a Pico y ella es de pico (su esposa) y se fue a 9 de julio y por esas cosas del destino nos juntamos, hace 50 años que estamos juntos, comienza narrando el Vasco Amesgaray. Tuvimos dos hijos, el albertito tenia 20 años y la Griselda 17 cuando ocurrió lo que ocurrió, mejor dicho no había cumplido aún los 20 años, el cumplía en octubre y el desastre fue en mayo de ese año. Tengo tres nietos, una en Santa Rosa y dos acá. Esa es mi pequeña familia. Es un tema que tengo, no solamente perdí un hijo, sino que también perdí una familia. Los hijos son el sostén de la vejez y yo lo perdí, si mi hijo viviera estaría casado, tendrías mas nietos, esas cosas que pasan en la vida…”

La fecha y los recuerdos

“…Con mi señora siempre hemos llevado con mucha fortaleza el problema, tal es así que cuando ocurrió lo que ocurrió, mi casa desde mayo hasta el mes de agosto era una romería acá, de la gente que venía. Había tantos comentarios que estaba prisionero, que estaba acá, que estaba allá, que estaba del otro lado y al final quedó donde quedó. Siempre pasa en circunstancias como esta que habla el que no tendría que hablar. Unos decían que estaba en Inglaterra, otros en Rusia, otros en Brasil. En el 85 viajé al Uruguay porque estaba el comentario que había venido un avión de las islas y que traía prisioneros, todo mentira. Anduve por todos lados y no pasaba nada, me llevé por delante una pared. Un día le dije a mi señora que si Dios se lo llevó, sabrá porque se lo llevó y, si tiene que volver Dios sabrá cuando me lo tiene que mandar, y decidí no moverme más para ningún lado porque estaba acobardado de llevarme por delante un paredón, siempre todo negativo. Salías con una ilusión y volvías negativo y llego el momento que dije hasta acá. Un domingo a la tarde estando solos dijimos que tenías que aceptarlo solos, porque todo el mundo te puede ayudar de palabra pero el problema lo teníamos nosotros. El hijo no estaba y lo sufrimos nosotros. El único que sabe lo que es la pérdida de un hijo es el que lo perdió. No lo recuperás con nada. Yo disfruto la familia que tengo pero no es mi hijo, no lo llenas con nada. Dentro de toda esta peripecia soy agradecido, soy muy creyente, me gusta el bien y aprecio las cosas buenas y estoy agradecido en este momento porque con 76 años y me esposa 73 y estamos muy bien. Eso lo agradezco a Dios, porque dentro de toda la desgracia tenemos salud…”

Los veteranos de Guerra de Malvinas

“…Ellos vinieron muy castigados porque los hicieron a un lado y recién se empezaron a juntar como a los 12 o quince años no se con exactitud. Yo en principio no estuve conectado con ellos, no sabía los chicos que habían estado en Malvinas o con Albertito. No querían venir porque les parecía que era traerme mas dolor, sin embargo se lo he dicho a muchos que cuando hablo de mi hijo y tengo una alegría adentro en el alma porque me da la impresión que mi hijo esta sentado acá al lado conmigo, es la mano que uno se da espiritualmente. Hemos sabido sobrellevar todo, el año pasado cumplimos 50 años de casado y nos hemos apoyado mutuamente porque es la única manera de seguir viviendo…”

La hermana de Alberto

“…Ella lleva un dolor en el alma, porque era el hermano, ella no lo dice pero yo me doy cuenta, porque ella no está sola porque tiene su familia pero no es lo mismo que la familia completa. Ella se caso, tiene 3 hijos pero el dolor lo tuvo que asimilar ella sola, en cambio nosotros acá estábamos los dos. Yo se que la Griselda a sufrido y sufre mucho por el hermano…”

Ermelinda...La Madre

“…La madre siempre es la que en cierta manera le pone un poco de resignación o hacer que uno esta resignado para que los demás no se sientan mal, pero gracias a Dios lo hemos podido sobrellevar bien…”

“…Albertito estudió acá en la escuela 57 y después ingresó a la escuela 66, Después fue al Colegio República del Salvador, ahí terminó el secundario. Trabajaba desde los 14 años en la tienda Eldimar, trabajaba y estudiaba. La idea de él era poner un comercio porque era muy entendido en las telas, pero se le tronchó la vida a los 20 años y ahí quedaron sus sueños….”

El dolor

“…Nos hemos aferrado al recuerdo profundo que tenemos de Albertito. Yo cuando salgo a dar una vuelta y si o si tengo que pasar por la plaza de los caídos, dónde se hacen los homenajes, me persigno porque para mi es la tumba de mi hijo, no tengo otro lugar, a mi no me devolvieron nada, desparecido presuntamente fallecido y nada mas. Habrá quedado allá en el mar, yo de los 365 días del año yo me acuerdo 366 porque no me lo puedo sacar de acá. Estos días y los recuerdos me tienen medio contra la cuerdas, porque cada acto, cada noticia duele mas. Yo la herida la tengo abierta y estos días que esta en todos lados, el recuerdo duele…”




Nota a los padres de Alberto Amesgaray (Diario La Reforma año 1997)

Alberto Amesgaray, un héroe de Malvinas
Día de la Soberanía



Alberto Edgardo Amesgaray era un joven piquense que defendió nuestra Patria en la desgarradora Guerra de Malvinas, viajaba en el Crucero General Belgrano aquel fatídico 2 de Mayo de 1982, cuando el submarino británico Conqueror hundió al gigante argentino. Todo fue desolación y tristeza para el pueblo argentino, pero muy especialmente para los familiares de los chicos que jugaron sus vidas en un lucha desigual con las frías aguas del Atlántico Sur. A poco más de 15 años de aquel suceso, la Municipalidad de General Pico, y la ciudadanía piquense toda, ha decidido comenzar a reconocer el loable valor de los pequeños héroes, por eso hoy a una arteria de la ciudad se le pondrá el nombre del recordado conscripto. LA REFORMA dialogó con sus padres, Edgardo y Ermelinda, que aún conviven con la pena de no tenerlo consigo, pero con la entereza que les da el sentirse "orgullosos de Alberto".

La vida de Alberto antes de la Guerra

"Sigo viviendo orgulloso de haber tenido el hijo como el que tuve, porque era una persona que brindaba mucha amistad y cariño. Tenía una gran cantidad de amigos, y en los grupos que integraba siempre era el líder, al punto de que, cuando él faltó, todos los chicos se separaron", dice con los ojos llenos de lágrimas su padre, y agrega "Tal es así que algo distinto tenía respecto a los demás, porque si no yo no puedo creer que un chico pueda haber sembrado tantos recuerdos en sus compañeros de la guerra, que aún hoy nos brindan manifestaciones de cariño inigualables". Cuenta que había nacido el 13 de octubre de 1962, que le gustaba ir a bailar, hacer deportes, que trabajaba en la tienda "Eldimar", y su sueño era ponerse una tienda propia. Estaba de novio con una chica del barrio que hoy está casada y tiene dos chiquitos, " cuando vienen a visitarme me parece que algo nos une, a mi mujer la tratan con mucho cariño, como si fueran nuestros nietos" asegura.

Ingresa al Servicio Militar, nace su amor a la Armada

"Entró a la colimba en la última remesa de Marina, el 2 de octubre de 1981, tenía 19 años y cometieron la barbaridad de llevarlos sin que hubieran jurado la Bandera. Primero estuvo dos meses en Parque Sarmiento y después lo destinaron al Belgrano, tenía la ventaja de hacerse querer y por eso se muy a gusto, amaba las Fuerzas Armadas, para él su segunda casa era el Crucero", rememora Edgardo. Y continúa, ya entrando en los negros pensamientos de la guerra: " el 11 de abril de ese año se rompió el barco y vino a pasar el fin de semana con nosotros, a la madre no le comentó nada, pero a mí me dijo "Papá vamos a la guerra". Y lo decía sin miedo, con mucho orgullo, por eso estoy seguro que murió gritando ¡Viva la Patria!, porque llevaba muy adentro el sentimiento nacional". Parece que se va a quebrar, se le entrecortaron las palabras, habla con el corazón, "el Crucero fue hundido a las cuatro de la tarde y nosotros nos enteramos por el informativo de la noche, y entre otras cosas se decía que el barco había llegado a la orilla y varias mentiras más. Fue una semana de agonía total porque era martes y no sabíamos nada, entonces Carlitos Ghione me llevó a Bahía Blanca pero toda búsqueda fue infructuosa, era desesperante ver que llegaban aviones, soldados, de todo, pero mi hijo no aparecía". A esta altura cualquiera espera el llanto, pero Edgardo sigue firme en su nostalgia, emocionado pero sin titubear, seguro de que aunque dolorosa la realidad no se puede cambiar. "Ya al no aparecer en ninguna lista de sobrevivientes era porque había quedado en el barco, al tiempo nos mandaron el certificado de defunción diciendo que a tierra él no había llegado. Pero como se corrieron tantas versiones, decían que los habían rescatado, que estaban en alguna parte del mundo, que habría prisioneros de guerra, la esperanza nunca murió, aún lo seguimos esperando", dice acongojado. "No reniego de la guerra, porque es una desgracia que desde siempre tenemos en el mundo, pero sólo alguien que no tenía dos dedos de frente podía mandar a pelear a los chicos contra dos potencias unidas como eran Estados Unidos e Inglaterra. La bronca es otra, saber que cuando los atacaron dormían y no pudo defenderse; es distinto morir con la sangre caliente, peleando cuerpo a cuerpo, que morir a sangre fría como le pasó a él, ese es el tema que a uno más lo desubica", expresa mientras su bronca sale balbuceante entre sus labios.

Las explicaciones que no conforman

"Lamentablemente todos los compañeros de él fueron muy reticentes a brindar información, la exactitud de lo que pasó con "el Alberto" no la pude saber nunca, y eso que hablé con muchos. Posiblemente alguno me haya querido decir la verdad, pero a lo mejor no la quise averiguar, así que me la tragué con que quedó allá, el destino de él habrá sido ese y a otra cosa", dice tratando de convencerse a sí mismo. Y la pregunta es inevitable, si tiene deseos de ir a Malvinas a depositar una flor en el mar, como tantos otros padres lo han hecho. "El último viaje que se hizo experimenté como una negativa en el cuerpo, pero después me preguntaba por qué no había ido. Si hoy tuviera la oportunidad de hacerlo lo haría, quizás antes no estaba preparado, tenía demasiadas esperanzas, hoy si bien no lo doy por muerto, muchas ilusiones se perdieron", dice resignado.

La familia y el recuerdo

La charla continúa por los caminos que la vida lo obligó a transitar sin la compañía de su hijo querido, habla de su familia con pasión, conciente de que es el gran castillo sobre el cual aún puede construir sus sueños, "después de lo sucedido, nuestra vida cambió terriblemente, parecía que todo se derrumbaba y eso hizo que nos uniéramos más que nunca. Así que comenzamos a luchar juntos, y en definitiva uno sabe que lo más valioso que tiene es la familia, mi mujer, mi hija Griselda Sonia, tres años menor que Alberto, mi yerno, y mis tres nietitos", comenta mientras su yerno y Ermelinda asientan con la cabeza. Pero hubo un hecho que los marcó, parecía que la luce hacía, renació la esperanza con la misma fuerza que luego diluyó: "un día nos avisaron que estaba internado en el Hospital Naval, llamamos y nos confirmaron que sí. Inmediatamente viajamos, pero al llegar descubrimos que todo había sido una confusión, un malentendido al teléfono, en realidad el que estaba internado era Alberto Argibay. Revolvimos cielo, mar y tierra, pero la verdad era esa, allí no estaba nuestro hijo". Se termina la nota y le recuerdo es un tema ineludible, hay pocas palabras que decir, las miradas hablan por sí solas. Con los ojos llorosos dice "permanentemente mi hijo me sigue dando satisfacciones, aunque no está físicamente pero sí en el corazón de los que lo queremos, se hace presente en esta nota que ustedes me están haciendo, en cosas que me han manifestado compañeros de él, en el reconocimiento de la gente. Es un recuerdo imborrable, algo que no se puede explicar, es una cosa que no se la deseo a nadie, esa es la única realidad". La vida de Alberto Edgardo Amesgaray, uno de los tantos héroes anónimos que dieron la vida por nuestra Patria, que pagaron con su sangre la infeliz idea de la gente "que no tenía ni dos dedos de frente". Hoy General Pico comienza a pagar una deuda con su historia, hoy la comunidad toda debe saber que cada Día de la Soberanía, su hijo, "el Alberto", desde algún lugar estará gritando ¡Viva la Patria!.