El digno presente que tienen los veteranos de Malvinas.

Sencilla, pero cómoda, la sede que los excombatientes
tienen en la esquina de Yrigoyen y Tucumán

(eldiariocba.com.ar) Villa María. Tras sufrir décadas de desidia gubernamental, hoy cuentan con pensiones que les permiten vivir bien, una sede para sus reuniones y apoyo psicológico. La permanente necesidad del “desahogo”.

Mucho ha cambiado en la vida de los excombatientes de Malvinas villamarienses en la última década. De la total desidia estatal en los ochenta, pasando por los subsidios raquíticos y casi simbólicos de los noventa, a esta realidad que desde hace aproximadamente 10 años se materializa en el cobro de pensiones honoríficas dignas (nacionales y provinciales), y en el apoyo logístico de la Municipalidad.


Un giro de 180 grados que a pesar todo lo que falta por lograr, los encuentra mejor que nunca.
Así lo expresan los miembros del Centro de Veteranos de Guerra Malvinas Argentinas de nuestra ciudad. Una de las primeras entidades en su tipo en el país, que desde 1983 lucha por los derechos de aquellos hombres de Villa María y Villa Nueva que pelearon en las islas durante el triste conflicto bélico de 1982.
“La verdad es que en la última década hemos tenido mucho apoyo, ya sea de los entes gubernamentales municipales, provinciales y nacionales, como de la sociedad villamariense. Si bien siempre falta algo o tenemos algún problema, podría decirse que estamos bastante bien, sobre todo en lo concerniente a las pensiones, que nos permiten vivir dignamente”, sostiene Jorge Aisana, presidente del Centro. De las principales mejorías con respecto a épocas anteriores (además de las pensiones), el exsoldado destaca el apoyo moral que sienten por parte del ámbito estatal. El mismo está corporizado en la construcción (en 2004), de una sede sencilla pero con varias comodidades (ubicada en el pequeño inmueble lindero a las vías del ferrocarril, en la esquina de Yrigoyen y Tucumán) y de la atención psicológica y psiquiátrica que se les suministra semanalmente.
“Son elementos muy importantes. El hecho de tener un lugar donde reunirnos, la atención psicológica brindada a nosotros y a nuestras familias… ambas cosas permiten que nos desahoguemos”, comenta Guillermo González, uno de los 40 miembros activos de la institución (en total son alrededor de 60). Consultado sobre si más de 32 años después, todavía siguen marcados por los dolorosos recuerdos de la guerra, el también conductor radial es enfático: “Esos momentos no te los vas a olvidar más, te quedan grabados. Los recuerdos los llevaremos con nosotros para siempre, por más que en lo cotidiano estemos bien. De ahí la necesidad del desahogo de la que hablaba antes”.

Por la memoria
Tanto Jorge como Guillermo estuvieron en Malvinas, en la zona de Puerto Argentino, desde el 2 de abril hasta mediados de junio de 1982. Ambos eran parte del Regimiento de Infantería 25 Colonia Sarmiento. Tenían entonces apenas 19 años, casi nada de instrucción militar, y mucha incertidumbre ante las bombas que “caían todo el día, madrugada, mañana, tarde y noche”, durante más de 40 días.
“Después de la guerra fue terriblemente difícil conseguir trabajo, reinsertarnos en la sociedad. Hoy por suerte las cosas están mucho mejor”, asegura Jorge, el que también insiste en la necesidad de darle mayor trascendencia al conflicto en materia educativa: “Como argentinos necesitamos que al tema Malvinas se le dé mayor importancia en los colegios, y que no se lo tome sólo en la semana del 2 de abril. Así las generaciones futuras van a aprender cabalmente que la guerra es algo terrible, el sufrimiento de muchos para el beneficio de muy poquitos”, enfatiza. “A la memoria hay que desarrollarla desde abajo, en los niños. Y no por nosotros, los veteranos vivos, si no por ellos, los que quedaron allá”, agrega Guillermo.