"Malvinas es una cuña de la OTAN y la cuarta flota"


Por Esteban Schoj (infonews.com). Hay que tener presentes los objetivos permanentes de la Nación Argentina, que son consolidarse como un espacio propio sin injerencias extranjeras", sostuvo el licenciado en Ciencias Políticas, analista político y especialista en Geopolítica Suramericana Carlos Alberto Pereyra Mele, en dialogó con Tiempo Argentino, en relación con el conflicto soberano por las Islas Malvinas entre la Argentina y Gran Bretaña. "Para eso –consideró– tenemos que seguir estudiando, analizando y haciendo propuestas sobre todos los conflictos en torno al Atlántico Sur, como el del agua y el de la alimentación. Estos son los grandes temas nacionales que puso en el tapete este gobierno."



Para Pereyra Mele, la política desarrollada por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner es la mejor desde el retorno de la democracia. "Lo mejor que hizo este gobierno fue instalar la causa Malvinas a nivel nacional y de la región", resumió. Crítico con Raúl Alfonsín, aseguró que la desmalvinización de la sociedad fue, en gran parte, llevada a cabo por el alfonsinismo y, en cambio, destacó la importancia de la creación de la Secretaría de Asuntos Relativos a las Islas que conduce Daniel Filmus. "Es una muestra más del camino adoptado por la Argentina, que ha hecho de Malvinas una cuestión de Estado", subrayó.

El Atlántico Sur, un mar extenso, poco explotado, con costas en África y América del Sur, y cuyo frente Sur-Sur es la Antártida. Es un territorio con mucha disputa desde el punto de vista de quiénes son los dueños de la Antártida.
–¿Cómo se ha tratado el tema Malvinas desde la política en estos 31 años de democracia?

–El tratamiento ha tenido puntos altos y puntos bajos. Hasta hace pocos años, la causa Malvinas no había tenido una política coherente ni seria, ni se la había tomado como una política de Estado. Durante el proceso del alfonsinismo se desmalvinizó al país. No solamente se desmantelaron las Fuerzas Armadas o se las redujo, sino que se desmalvinizó desde el aspecto cultural y político, y Malvinas pasó a ser una especie de tango llorón con el tema de los chicos de la guerra y nada más. "¿Qué le vamos a hacer? Perdimos y alguna vez se verá que se hace", era el argumento. Luego, con el menemato, la situación fue peor, porque se desmanteló el país desde el punto de vista defensivo con la eliminación de la industria y de las FF AA como institución que debía establecer una defensa de nuestros intereses siguiendo directivas del Estado.

–¿Cuál fue la razón?

–Haber entrado al Consenso de Washington, más el tratado de 1990 firmado en Madrid mediante el cual la Argentina, básicamente, reconoce la derrota en Malvinas. Con ese tratado Inglaterra impuso una serie de condiciones al país, entre ellas, que nosotros, con un mes de anticipación, debemos avisarles qué movimientos vamos a hacer en la zona patagónica de nuestro mar. Este y otros condicionamientos nos llevan a concluir que la Argentina, en ese tratado de Madrid, firmado por el canciller de entonces, Domingo Felipe Cavallo, se rinde, baja los brazos, y a partir de ese momento dejamos que el tema Malvinas fuera pateado a 100 años.

–¿Pero el desmantelamiento de las FF AA no puede leerse también como un reflejo político tras  la dictadura?

–Una cosa es la defensa nacional, donde las FF AA son la última razón para la fuerza, pues el Estado debe organizar y prepararse para los conflictos. Por caso, Dante Caputo fue celebre por decir que no tenemos hipótesis de conflicto. Pero, ¿qué es una base militar "enemiga" a 600 km de nuestras costas y que además usurpa un territorio nacional? No equivoquemos el análisis: las FF AA de los ‘70 son el resultado de la Escuela de las Américas, pero ello no invalida tener hoy Fuerzas Armadas que deben ser de rápida respuesta y disuasión. En los ‘90 se disolvieron no por decisión de Carlos Menem sino por imposiciones del tratado de Madrid, el "Versalles argentino", con sus clausulas lapidarias, donde USA tomo el rol de "garante".

–¿Por qué no se deroga?

–Porque no se pueden tomar medidas arbitrarias o alocadas sin tener la fuerza suficiente para sostenerlas.

–¿Sería contraproducente con el camino diplomático que lleva la Argentina en el reclamo soberano?

–Por supuesto. Porque cuando uno patea un tablero, tiene que tener otro. Si Argentina patea ese tablero, rompe los pocos acuerdos con Inglaterra en diversas actividades como la pesca y la utilización del territorio en disputa. Eso sería, prácticamente, darles el argumento a los británicos de que nosotros somos una nación agresora y que pretendemos llegar a una solución por vías no diplomáticas.

–¿Cuándo se revitaliza la política hacia Malvinas?

–Con la llegada del presidente Néstor Kirchner. Él era sureño, y los sureños han vivido la guerra más en vivo y en directo. De otra forma. Este gobierno revirtió la desmalvinización porque empezó a tomar una serie de acciones mediante leyes y beneficios, por ejemplo, a veteranos de guerra.

–¿Cuál fue el acierto del kirchnerismo?

–Imponer en la agenda de la Unasur, la OEA y los distintos foros donde participa la Argentina –además de la profundización en el Mercosur–, que la cuestión Malvinas tiene que estar presente en cuanto acuerdo y documento que se firme, haciendo constar que la Argentina ratifica su decisión de obtener la soberanía del territorio del Atlántico Sur por la vía diplomática. Con esto, hemos logrado que la mayoría de los estados reconozcan que nuestro país tiene derechos. Además, pusimos sobre el tapete en Latinoamérica que Malvinas no es sólo un problema de la Argentina con Inglaterra, sino que nos incumbe en la seguridad y defensa de nuestro continente, porque al ser una base de la OTAN y de la cuarta flota estadounidense, es evidente que cercan al continente por el Atlántico Sur. Gracias a esto, Malvinas ya no es una locura de los argentinos, sino un problema mayúsculo introducido en el Atlántico Sur como una cuña que permanentemente nos lastima, a los argentinos, uruguayos, brasileños, venezolanos, colombianos… a todos.

–¿Cómo evalúa a la Secretaría de Asuntos Relativos a Malvinas?

–Como otra demostración de la importancia que la Argentina le da al tema. Antes de su creación, ya había un departamento de Malvinas, dentro de la Cancillería. Con la creación de esta Secretaría se le ha dado un nuevo empuje a la política de Estado que ha asumido la Argentina, de seguir accionando diplomáticamente en todos los foros y donde sea posible para dejar asentados nuestros derechos. A esto se suma al proyecto Pampa Azul que anunció la presidenta (NdR: un proyecto científico y estratégico que se propone investigar el Atlántico Sur durante los próximos diez años), que constituye otra forma de demostrar que estamos interesados en el territorio y que el reclamo no responde solamente a una pretensión histórica o geográfica. Son todas claras demostraciones de nuestros objetivos, sustentadas en hechos concretos, que tienen peso a la hora de la negociación diplomática.

Las razones económicas de Inglaterra

Para Carlos Pereyra Mele, "hay que aclarar que el Reino Unido es una potencia de segundo orden, con serias dificultades económicas". El dato le sirve para explicar las causas geopolíticas y geoestratégicas tras el interés británico sobre el territorio del Atlántico Sur.

El especialista explicó que "esto enmarca el cuadro geopolítico. Una potencia de segundo orden no es una superpotencia como Estados Unidos, sino que tiene una capacidad limitada de poder para accionar a nivel global. El Reino Unido tiene zonas donde puede actuar y otras en donde le es imposible, porque no puede desarrollar un despliegue logístico y económico para llegar".

–¿Cuáles son los desafíos globales que condicionan al Reino Unido?

–Ha tenido una fuerte impronta económica con su petróleo del Mar del norte, que está en franco retroceso productivo. Además, el Frente Ártico de búsqueda de zonas marítimas del norte está complicado y tiene competidores muy fuertes, como Rusia, que en la zona del Ártico no deja entrar a nadie más porque dice que es zona exclusiva. Entonces, el Reino Unido viró hacia áreas donde le fuera más fácil.

–¿Facilidad que halló en esta región?

–Claro, en el Atlántico Sur, un mar extenso, poco explotado, con costas en África y América del Sur, y cuyo frente Sur-Sur es la Antártida. Es un territorio con mucha disputa desde el punto de vista de quiénes son los dueños de la Antártida. Inglaterra aprovechó estas circunstancias.